DIARIO VASCO
Oiana y su entrenador Esteban Arrillaga
Oiana Blanco ya ha regresado del Mundial de yudo de Tokio. El miércoles se bajó del tren en San Sebastián a la una y media después de un viaje de casi 33 horas. Esa misma tarde se presentó en Usurbil para entrenarse. En Orio nos explicó, junto con su entrenador Esteban Arrillaga, la historia de su aventura japonesa.
Uno se pregunta cómo es posible que la final del Mundial anterior se repita en la previa del nuevo campeonato: «Nosotros tampoco lo entendemos. Los periodistas japoneses decían que no se podían imaginar un Nadal-Federer en la previa de un torneo. Fue algo así».
Oiana nos explicó el sorteo: «Los ocho primeros del ranking no podían competir entre ellos en primera ronda, pero ni siquiera estaban exentos. No pasó algo así en ningún otro peso. En el fondo fue una casualidad».
La guipuzcoana estaba clasificada undécima y por delante tenía cuatro japonesas. Como participaban dos por país, se quedó rozando la condición de cabeza de serie. Enfrentarse a Fukumi condicionó todo su campeonato: «Estaba claro que para ganarle había que atacar. Esperando sólo podías perder. Ella me marcó porque yo di un paso para atacar y ella aprovechó para sorprenderme».
Esteban Arrillaga no se arrepiente de su estrategia: «Nosotros fuimos con la intención de ganar. No pudimos conseguirlo y no nos excusamos ni siquiera con el sorteo, aunque no hubiera sido lo mismo enfrentarnos a la japonesa en la pelea por la semifinal. Así no pudo ir ni a la repesca, pero Oiana iba bien preparada, mejor que el año pasado, y la única manera de ganar a un japonés era tratando de puntuar. Otros iban a no caer, antes que a tratar de tirarles, pero perder, perdían igual. Nosotros queríamos ganar y por lo menos lo intentamos. No salió».
La oriotarra entraba en todos los pronósticos: «Publicaban una especie de porra con los candidatos al triunfo. En todos los pesos aparecían los dos participantes japoneses y cuatro aspirantes más. Mi foto estaba en ese grupo de favoritas».
La dureza del sorteo no le restó ilusión: «Te ha tocado y te ha tocado. Has ido a por el oro y sabes que tienes que ganar a la que te toque. Salimos convencidos de que íbamos a ganar. Cuando lo pasas mal, es cuando ves que todo se ha acabado nada más empezar. Me quedé con ganas de más. No me supo a nada».
Invitada al Grand Slam
A la yudoca guipuzcoana le queda el consuelo de la invitación que ha recibido para el Grand Slam de Tokio: «Me ha hecho mucha ilusión. No invitan a todos. Tú sabes que aunque hayas perdido, estabas para pelear por las medallas y con esta invitación ves que ellos también lo saben».
Esteban Arrillaga da valor a este reconocimiento: «Los organizadores japoneses corren con todos los gastos de viaje y estancia de los invitados. Es un desembolso importante y lo hacen porque ellos quieren que en el Grand Slam estén los mejores».
Las noticias que han llegado desde Japón cuestionan los arbitrajes . Esteban cree que fueron parciales: «Teddy Riner, el francés, terminó llorando tras la final del Open. Para mí había ganado el combate».
La yudoca del Yudo Club Usurbil está de acuerdo: «Favorecían a los japoneses. Pero es algo que suele ocurrir, aunque no estén en casa. Los jueces se decantan siempre por el yudo tradicional y en este Mundial es verdad que había cosas que no les sancionaban a ellos y a los demás, sí».
Qué calor
No tuvieron problemas con el horario -«al día siguiente estábamos entrenándonos como en casa»- pero lo malo fue el calor: «Hacía cuarenta grados y una humedad del 100%. Llevábamos una camiseta limpia en la mochila porque en cuanto andabas un poco la tenías empapada. La gente iba con una toalla por la calle. Nos dijeron que hacía 120 años que no tenían temperaturas tan altas. Abrías la puerta del hotel y era como entrar en un baño turco».
A Oiana le sorprendió al salir del avión: «Fue como una bofetada de calor. La humedad era como aquí cuando llueve, pero sin lluvia».
El contraste con el aire acondicionado llegó a preocupar a Oiana: «Cuando entrabas en un sitio notabas bastante fresco. En el tren llegué a preocuparme. Pensé a ver si me voy a enfriar. Yo tenía que dar el peso, te estás cuidando y te preocupas».
La ciudad le gustó: «Ya había estado en diciembre y la verdad es que Tokio impresiona. Es grande, los edificios son enormes, espectaculares, todos diferentes. Por la noche se llena de carteles luminosos. Llegas a Madrid y te parece pequeño».
En Tokio no pudo contar con tantos seguidores como en Rotterdam. Le acompañaron su novio Aitzol, yudoca también del Usurbil, y su entrenador. Aunque el domingo llegaron refuerzos: «Después de competir cenamos por ahí. Un compañero del club está viviendo en Shanghai y se acercó con su novia y estaba de vacaciones un chico de Donosti, que también hace yudo, y su novia».
O sea que en Tokio hubo una cena vasca: « De vasca, poco. De lo que hay en Tokio». Aunque no se queja de la comida: «Yo comí bien. Son muchos hidratos. Mucho arroz, mucha pasta. Sin problemas. Pero vienes aquí y se agradece».
Oiana y su entrenador Esteban Arrillaga
Oiana Blanco ya ha regresado del Mundial de yudo de Tokio. El miércoles se bajó del tren en San Sebastián a la una y media después de un viaje de casi 33 horas. Esa misma tarde se presentó en Usurbil para entrenarse. En Orio nos explicó, junto con su entrenador Esteban Arrillaga, la historia de su aventura japonesa.
Uno se pregunta cómo es posible que la final del Mundial anterior se repita en la previa del nuevo campeonato: «Nosotros tampoco lo entendemos. Los periodistas japoneses decían que no se podían imaginar un Nadal-Federer en la previa de un torneo. Fue algo así».
Oiana nos explicó el sorteo: «Los ocho primeros del ranking no podían competir entre ellos en primera ronda, pero ni siquiera estaban exentos. No pasó algo así en ningún otro peso. En el fondo fue una casualidad».
La guipuzcoana estaba clasificada undécima y por delante tenía cuatro japonesas. Como participaban dos por país, se quedó rozando la condición de cabeza de serie. Enfrentarse a Fukumi condicionó todo su campeonato: «Estaba claro que para ganarle había que atacar. Esperando sólo podías perder. Ella me marcó porque yo di un paso para atacar y ella aprovechó para sorprenderme».
Esteban Arrillaga no se arrepiente de su estrategia: «Nosotros fuimos con la intención de ganar. No pudimos conseguirlo y no nos excusamos ni siquiera con el sorteo, aunque no hubiera sido lo mismo enfrentarnos a la japonesa en la pelea por la semifinal. Así no pudo ir ni a la repesca, pero Oiana iba bien preparada, mejor que el año pasado, y la única manera de ganar a un japonés era tratando de puntuar. Otros iban a no caer, antes que a tratar de tirarles, pero perder, perdían igual. Nosotros queríamos ganar y por lo menos lo intentamos. No salió».
La oriotarra entraba en todos los pronósticos: «Publicaban una especie de porra con los candidatos al triunfo. En todos los pesos aparecían los dos participantes japoneses y cuatro aspirantes más. Mi foto estaba en ese grupo de favoritas».
La dureza del sorteo no le restó ilusión: «Te ha tocado y te ha tocado. Has ido a por el oro y sabes que tienes que ganar a la que te toque. Salimos convencidos de que íbamos a ganar. Cuando lo pasas mal, es cuando ves que todo se ha acabado nada más empezar. Me quedé con ganas de más. No me supo a nada».
Invitada al Grand Slam
A la yudoca guipuzcoana le queda el consuelo de la invitación que ha recibido para el Grand Slam de Tokio: «Me ha hecho mucha ilusión. No invitan a todos. Tú sabes que aunque hayas perdido, estabas para pelear por las medallas y con esta invitación ves que ellos también lo saben».
Esteban Arrillaga da valor a este reconocimiento: «Los organizadores japoneses corren con todos los gastos de viaje y estancia de los invitados. Es un desembolso importante y lo hacen porque ellos quieren que en el Grand Slam estén los mejores».
Las noticias que han llegado desde Japón cuestionan los arbitrajes . Esteban cree que fueron parciales: «Teddy Riner, el francés, terminó llorando tras la final del Open. Para mí había ganado el combate».
La yudoca del Yudo Club Usurbil está de acuerdo: «Favorecían a los japoneses. Pero es algo que suele ocurrir, aunque no estén en casa. Los jueces se decantan siempre por el yudo tradicional y en este Mundial es verdad que había cosas que no les sancionaban a ellos y a los demás, sí».
Qué calor
No tuvieron problemas con el horario -«al día siguiente estábamos entrenándonos como en casa»- pero lo malo fue el calor: «Hacía cuarenta grados y una humedad del 100%. Llevábamos una camiseta limpia en la mochila porque en cuanto andabas un poco la tenías empapada. La gente iba con una toalla por la calle. Nos dijeron que hacía 120 años que no tenían temperaturas tan altas. Abrías la puerta del hotel y era como entrar en un baño turco».
A Oiana le sorprendió al salir del avión: «Fue como una bofetada de calor. La humedad era como aquí cuando llueve, pero sin lluvia».
El contraste con el aire acondicionado llegó a preocupar a Oiana: «Cuando entrabas en un sitio notabas bastante fresco. En el tren llegué a preocuparme. Pensé a ver si me voy a enfriar. Yo tenía que dar el peso, te estás cuidando y te preocupas».
La ciudad le gustó: «Ya había estado en diciembre y la verdad es que Tokio impresiona. Es grande, los edificios son enormes, espectaculares, todos diferentes. Por la noche se llena de carteles luminosos. Llegas a Madrid y te parece pequeño».
En Tokio no pudo contar con tantos seguidores como en Rotterdam. Le acompañaron su novio Aitzol, yudoca también del Usurbil, y su entrenador. Aunque el domingo llegaron refuerzos: «Después de competir cenamos por ahí. Un compañero del club está viviendo en Shanghai y se acercó con su novia y estaba de vacaciones un chico de Donosti, que también hace yudo, y su novia».
O sea que en Tokio hubo una cena vasca: « De vasca, poco. De lo que hay en Tokio». Aunque no se queja de la comida: «Yo comí bien. Son muchos hidratos. Mucho arroz, mucha pasta. Sin problemas. Pero vienes aquí y se agradece».
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